Grado dos: Mayor acumulación de grasa, además de algo de inflamación y posible daño tisular. En este momento, las enzimas hepáticas podrían comenzar a mostrar cambios.
Grado tres: acumulación grave de grasa, inflamación significativa y probable daño tisular.
Si el hígado graso progresa, puede convertirse en esteatohepatitis no alcohólica (EHNA), que implica inflamación y daño tisular. A partir de ahí, lamentablemente, puede derivar en cirrosis e incluso cáncer de hígado. La buena noticia es que el hígado graso está estrechamente relacionado con la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2, y es reversible, especialmente si se detecta a tiempo.
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