Este comportamiento no solo es una señal de afecto, sino que también refleja necesidades emocionales. Al quedarse solos durante largas horas, los perros pueden encontrar la ropa como un sustituto de la presencia de su dueño. Asimismo, en situaciones estresantes o entornos desconocidos, el olor de la ropa les ofrece seguridad y un punto de apoyo reconfortante.
Los factores prácticos también juegan un papel vital. Durante el frío, la ropa puede ofrecer abrigo, mientras que las telas suaves son mucho más acogedoras que los suelos duros, convirtiéndolos en un lugar de descanso atractivo.