Mi marido se apresuró a tirar las cosas de nuestra hija el día después de su funeral; lo que encontré en su habitación lo cambió todo.

—Entonces, ríndete, Shay. Yo estaré ahí cuando lo hagas. Me sentaré a tu lado cuando el dolor sea fuerte, y me sentaré a tu lado cuando haya silencio.

Se me hizo un nudo en la garganta. Se me escapó una lágrima y la dejé correr.

“No hay palabras”, añadió. “No para este dolor. Pero quizás el consuelo, por pequeño que sea, venga de saber que ella sigue ahí. En las flores más hermosas, el arcoíris más brillante, la ciruela más dulce y la forma en que sale el sol… Aunque el mundo no lo merezca.”

Apoyé mi cabeza en su hombro. Ella no se movió.

Y por primera vez en días, me permití llorar desconsoladamente. No había cura. No había solución.

Solo dos mujeres en una habitación tranquila, amando a una chica que nunca volvería a cruzar esa puerta, pero que siempre estaría en todas partes donde miráramos.

Si te gustó esta historia, aquí tienes otra: Durante años, creí que mi matrimonio era sólido. Entonces, su hermano apareció en mi puerta con una verdad tan asombrosa que cambió todo lo que creía saber sobre mi matrimonio. Me enseñó a confiar en mis instintos.

Esta obra está inspirada en hechos y personas reales, pero ha sido ficticia con fines creativos. Se han cambiado nombres, personajes y detalles para proteger la privacidad y enriquecer la narrativa. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia y no es intencional por el autor.

El autor y la editorial no garantizan la exactitud de los hechos ni la representación de los personajes, y no se responsabilizan de ninguna interpretación errónea. Esta historia se presenta tal cual, y las opiniones expresadas son las de los personajes y no reflejan la opinión del autor ni de la editorial.

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