Michael podría seguir existiendo en algún lugar, resentido e impenitente. Pero ya no influyó en su historia.
Esa historia ahora les pertenecía a ella y a Sophia: una historia de escape, resistencia y un futuro iluminado no por el miedo, sino por la confianza. Confianza en sí misma. En la verdad. Y en la vida que finalmente era libre de crear.