
El suelo estaba exhausto por décadas de monocultivo. Plantaciones florecientes en la década de 1820 agonizaban en los 1840, estranguladas entre la caída del precio del algodón y el alza de costos. La guerra con México había apartado trabajadores y las discusiones sobre la expansión territorial dividían a las comunidades con amargura.
La hacienda Thornhill había sido de las más exitosas de la zona, heredada por Jonathan Thornehill en 1838 con 42 personas esclavizadas, equipo adecuado y una deuda manejable. Pero Jonathan era mal administrador y jugador entusiasta. Para cuando una fiebre invernal se lo llevó en febrero de 1847, la propiedad estaba hipotecada hasta el cuello.
Los campos apenas producían para alimentar a la gente esclavizada y los acreedores daban vueltas como buitres. Ctherine, con 28 años al enviudar, había contraído matrimonio a los 19 por arreglo de su padre, Theodor Dford, un comerciante prominente de Augusta. Educada por tutores privados, con francesa aceptable y criada para manejar una gran casa, nunca imaginó heredar una plantación en ruina con deudas aplastantes y un hijastro de 16 años que la miraba con algo cercano al odio.
SIGUE LEYENDO EN LA SIGUIENTE PÁGINA 🥰💕