Este tipo de acertijo se basa en un truco muy conocido: utiliza nuestros procesos de pensamiento automáticos. En cuanto leemos «1975», nuestro cerebro lo asocia automáticamente con un año. Es normal: asociamos espontáneamente este tipo de número con una fecha. ¡Y ahí es precisamente donde nos engañan!
Porque, en realidad, nada dice que “1975” sea un año. Es solo una interpretación… y todo depende de eso.
¿Cuál es, entonces, la solución?
La mujer nació y murió en 1975… pero no en el año 1975. Nació en la habitación número 1975 de un hospital (u otra institución). Y murió en esa misma habitación, en 1975, a los 22 años.
Sí, es tan simple —e ingenioso— como eso.
El acertijo se basa únicamente en la ambigüedad de un número. E ilustra a la perfección nuestra tendencia a querer interpretarlo todo de forma lineal, siguiendo nuestros patrones mentales habituales. ¡Una excelente demostración de lo que se llama pensamiento lateral!
Lo que este acertijo nos enseña (más allá del juego):
Más allá de la pequeña satisfacción que sentimos al descubrir la solución, este enigma esconde una lección más profunda. Nos recuerda que en la vida —como en los acertijos— a veces es útil pensar de forma creativa. Atreverse a ver las cosas de otra manera. Y desconfiar de las suposiciones obvias.
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