Mantener los niveles de azúcar en sangre equilibrados es esencial para una buena salud general.
Cuando el azúcar en la sangre se eleva demasiado, puede provocar una serie de síntomas y complicaciones, especialmente en personas con diabetes o prediabetes.
Reconocer las señales de hiperglucemia (azúcar alta en sangre) es clave para actuar a tiempo y prevenir daños.
En este artículo conocerás las 12 señales más comunes, sus causas principales y cómo controlar y prevenir el exceso de glucosa.
Comprendiendo los niveles de azúcar en sangre
El azúcar en sangre (glucosa) es la principal fuente de energía del cuerpo.
Proviene de los alimentos, especialmente de los carbohidratos.
El cuerpo regula la glucosa mediante hormonas, principalmente la insulina, producida por el páncreas.
Cuando este equilibrio se mantiene, el organismo funciona de forma óptima.
Sin embargo, una dieta inadecuada, el estrés, la falta de ejercicio o ciertas enfermedades pueden elevar los niveles de glucosa, provocando hiperglucemia.
Niveles normales vs. niveles altos de glucosa
Normal: entre 70 y 99 mg/dL en ayunas.
Prediabetes: entre 100 y 125 mg/dL.
Diabetes: 126 mg/dL o más en ayunas.
Importancia de controlar el azúcar
Medir regularmente el azúcar en sangre ayuda a:
Detectar patrones o desequilibrios.
Entender cómo influyen los alimentos y el ejercicio.
Tomar decisiones más saludables sobre dieta y estilo de vida.
12 Síntomas Comunes de que tu Azúcar Está Demasiado Alta
Sed excesiva (Polidipsia)
Una de las señales más típicas de la hiperglucemia es tener mucha sed constantemente.
Cuando el azúcar aumenta, los riñones trabajan para eliminar el exceso de glucosa, lo que provoca deshidratación y hace que el cuerpo pida más agua.
Micción frecuente (Poliuria)
La necesidad de orinar con frecuencia también es una señal de alarma.
Los riñones filtran la glucosa excedente, lo que aumenta la producción de orina y puede interrumpir el sueño.
Fatiga y debilidad
Cuando el cuerpo no puede usar la glucosa como energía (por falta de insulina o resistencia a ella), las células no reciben combustible suficiente, lo que causa cansancio constante.
Visión borrosa
Los niveles altos de azúcar pueden alterar el líquido dentro del ojo, afectando el enfoque del cristalino y causando visión borrosa temporal.
Dolores de cabeza
Las fluctuaciones en el azúcar pueden provocar deshidratación y cambios en el flujo sanguíneo, originando dolor de cabeza o migrañas.
Boca y piel secas
El exceso de glucosa puede causar deshidratación general, lo que produce sequedad en la boca, labios agrietados y piel reseca.
El cuerpo pierde líquidos al intentar eliminar el azúcar extra.
Heridas que tardan en sanar
La hiperglucemia prolongada daña los vasos sanguíneos y los nervios, dificultando la circulación y el proceso de cicatrización.
Las heridas e infecciones pueden tardar más tiempo en sanar.
Pérdida de peso inexplicable
Cuando el cuerpo no puede usar la glucosa como fuente de energía, empieza a descomponer grasa y músculo para obtener energía, lo que provoca pérdida de peso involuntaria.
Hormigueo o entumecimiento
El daño nervioso (neuropatía) causado por niveles altos de azúcar puede generar hormigueo, ardor o entumecimiento, especialmente en manos y pies.
Hambre constante (Polifagia)
Aunque comas con frecuencia, puedes sentir hambre continua.
Esto ocurre porque el cuerpo no puede usar la glucosa correctamente, por lo que “cree” que necesita más alimento.
1 Infecciones cutáneas o por hongos
Los niveles altos de azúcar favorecen el crecimiento de bacterias y hongos, sobre todo en zonas húmedas como las axilas, la ingle o debajo del pecho.
1 Cambios de humor
Las variaciones en la glucosa pueden afectar el estado de ánimo y la concentración, provocando irritabilidad, ansiedad o depresión.
Cómo manejar la glucosa alta
Alimenta tu cuerpo con equilibrio:
Reduce el consumo de azúcares añadidos y carbohidratos refinados.
Prioriza frutas frescas, vegetales, proteínas magras y cereales integrales.
Muévete más:
La actividad física ayuda a que las células usen la glucosa y mejora la sensibilidad a la insulina.
Hidrátate bien:
Beber suficiente agua ayuda a eliminar el exceso de azúcar a través de la orina.
Controla el estrés:
El estrés libera hormonas (como el cortisol) que elevan la glucosa en sangre.
Practica respiración profunda, yoga o meditación.
Monitorea tus niveles regularmente:
Si tienes diabetes o prediabetes, controla tu glucosa con la frecuencia indicada por tu médico.
Conclusión
El azúcar alta en la sangre no siempre produce síntomas inmediatos, pero con el tiempo puede causar daños serios al corazón, los riñones, los nervios y los ojos.
Escucha las señales de tu cuerpo: la detección temprana y los hábitos saludables pueden prevenir complicaciones.
Mantén una alimentación equilibrada, realiza ejercicio, duerme bien y consulta con tu médico si notas alguno de estos signos.
Tu cuerpo siempre te habla. Aprender a escucharlo es el primer paso para cuidar tu salud.