Las uñas débiles, estriadas o pálidas reflejan una mala absorción de nutrientes (p. ej., hierro, proteínas) debido al estrés hepático, que se observa a menudo en enfermedades hepáticas crónicas (Dermatologic Clinics, 2018).
Qué hacer: Aumentar el consumo de alimentos ricos en nutrientes (p. ej., verduras de hoja verde, frutos secos) y consultar a un médico.
Talones agrietados o descamados 🦶
La sequedad o el agrietamiento persistentes, incluso con hidratación, pueden indicar deshidratación o cambios en la piel debido a desequilibrios nutricionales relacionados con el hígado.
Qué hacer: Hidratar, usar cremas emolientes y detectar problemas hepáticos subyacentes.
Infecciones frecuentes en las uñas de los pies 🍄
Las infecciones fúngicas recurrentes o la cicatrización lenta de las uñas sugieren un sistema inmunitario debilitado, a menudo relacionado con el estrés hepático crónico, según Journal of Hepatology (2020).
Qué hacer: Tratar las infecciones de inmediato y consultar con un médico sobre la salud inmunitaria. Calambres musculares o fatiga en los pies 🦵
Los desequilibrios electrolíticos (p. ej., niveles bajos de potasio o magnesio) debido a una disfunción hepática pueden causar calambres o debilidad en los pies, especialmente por la noche.
Qué hacer: Estírese con regularidad, consuma alimentos ricos en electrolitos (p. ej., plátanos) y consulte a un médico.
Moretones sin causa aparente en los pies 💜
La aparición de moretones con facilidad sin traumatismo puede indicar niveles bajos de factores de coagulación, un signo de problemas hepáticos, ya que el hígado produce proteínas necesarias para la coagulación de la sangre (Blood, 2019).
Qué hacer: Controle la frecuencia de los moretones y consulte a un médico para realizar pruebas de coagulación o hepáticas.
Cuándo actuar: Escuche a sus pies 🩺
Si nota varios síntomas, como hinchazón acompañada de picazón o coloración amarillenta, es hora de consultar a un profesional de la salud. La enfermedad hepática suele progresar de forma silenciosa, pero la detección temprana mediante análisis de sangre (p. ej., pruebas de función hepática) o imágenes puede salvarle la vida. No espere a que aparezcan síntomas graves, como dolor abdominal o fatiga, para actuar.
Medidas proactivas para cuidar su hígado:
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